lunes, 29 de julio de 2013

A trancas y a barrancas

¿Qué es la literatura? Para Franz Kafka “la literatura es siempre un viaje a la verdad”; sin embargo, para Juan Carlos Onetti “la literatura es mentir la verdad”. Baroja dejó dicho que “la verdad del arte es más verdadera que la verdad real”. Mario Vargas Llosa tituló un libro de ensayos literarios “La verdad de las mentiras”.
 
El escritor, en su oficio, es un fingidor que se derrama en las historias que crea, vive en sus personajes y asiste impotente a su rebelión cuando éstos adquieren vida propia hasta el punto de llegar a desarrollar la historia que al autor imaginó pero que, en cierto modo, ya se escribe a sí misma. Hace muchos años Camilo José Cela en una primeriza entrevista de periódico me desveló este asunto misterioso: “una novela vive su propia vida y se desboca como un caballo, de modo que el autor debe estar atento siempre a la brida”. Es una de las primeras enseñanzas que recibí de Cela, luego mi amigo hasta su muerte. Otra enseñanza de aquel encuentro: la entrevista la salva el entrevistado y la cobra el entrevistador.
 

La literatura acaso es la verdad de la mentira y la mentira de la verdad. Las proporciones de una y otra, verdad y mentira, las administra el autor o las administra la propia obra, desembridada.

Cuando se ha traspasado con mucho lo que Manuel Alcántara llamó “la mitad del tiempo”, la vida ha acumulado ciertas experiencias y ha enseñado algunas cosas. No tantas como debo a los libros que he leído. Uno es y se crece no en los libros que escribe sino en los libros que lee y en los creadores de los que ha sido cómplice en ese mágico menester que es la lectura. Contar esas experiencias probablemente es inútil, pero ¿cómo medir esa dudosa utilidad? Un automóvil, un frigorífico, un lapicero son útiles; tienen una utilidad inmediata, indiscutible. Una reflexión, el relato de un suceso que nos ha conmovido ¿son tan clara y meridianamente útiles? Habrán de medirlo el ánimo y la condición del receptor.

Este año se cumple el medio siglo de la publicación de mi primer libro, lleno de impaciencias, de ilusión y de imperfecciones, y  creo que un modo tan apropiado como otro cualquiera de recordar aquel lejano suceso es escribir este blog. Nunca escribí un diario convencional, aunque sí utilicé la forma de diario en mi libro “Galería de espejos rotos” cuya primera edición es de 1982, y ahora este blog será algo así como un cuaderno de notas arbitrarias escritas “a trancas y a barrancas y echando el carro por el pedregal” como nos aconsejó Azorín, aunque él hiciese lo contrario desde un pulcro y medido estilo.

Escribió Borges que “la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido” y Francisco Rico que “la literatura es un ir y venir entre la memoria y la historia”. A notas sobre  este sueño dirigido, a fragmentos sobre la memoria y la historia, que todo en suma es literatura porque es vida, dedicaré este blog que hoy inicio. Los tercetos de un soneto  de mi libro “Vivir es ser otro”, de 2006, aclaran algo lo escrito hasta aquí: “La realidad es música y es mito. / No hay más verdad que la literatura, / y en ella miento lo que ya no espero. / Todo ha nacido para ser escrito, / y todo vive para ser lectura. / Invento el mundo y se hace verdadero”.