viernes, 21 de febrero de 2014

Literatura y erotismo (I)

Desde el Antiguo Egipto, con los papiros de Turín y de Leide, a la trilogía “Cincuenta sombras de Grey”, de 2011, la literatura erótica ha seguido un camino paralelo a las costumbres más o menos permisivas de cada tiempo. Se confunde con la pornografía cuando el relato resulta muy explícito. Lo erótico exalta el placer desde la belleza, la sensibilidad y debe presumírsele calidad literaria; lo pornográfico se apunta a la obscenidad, devalúa la relación de los cuerpos, y a menudo resulta sucio, además de que comúnmente su calidad es más que dudosa. Cada época ha tenido sus maestros eróticos en prosa, en verso y en el memorialismo. Ha habido referencias eróticas en grandes obras literarias fuera del género, como en el Quijote cervantino o en “Ulises” de Joyce.
 
En Grecia, 400 años antes de Cristo, Aristófanes lleva al teatro su Lisístrata, un siglo después Sotades escribe los poemas obscenos que le llevan a la cárcel, y en el siglo siguiente Luciano compone “Los diálogos de Cortesanas”, considerado el primer libro pornográfico. En Roma entre el siglo II antes de Cristo y el siglo I aparecen los Priapeos o Priapeya, poemas dedicados al dios Príapo, y poemas de Marcial, Juvenal y Horacio, entre otros, además de “El arte de amar”, de Ovidio y “El Satiricón”, de Petronio.

Del siglo IV, en la India, es el “Kámasutra”, el más famoso y universal de los manuales de sexualidad, y en el Oriente musulmán del siglo IX aparece el clásico “Las mil y una noches”. También de origen musulmán es “El jardín perfumado”, de Cheik Nefzaoui, un manual similar al Kámasutra; un reconocido segundo manual hindú del sexo, hacia los siglos XV o XVI, es el “Ananga Ranga”.
 
En la Edad Media se vivió una época oscura para el erotismo, con el triunfo del llamado “amor cortés” y la idealización de la mujer amada. Obras como “Lancelot”, de Chrétien de Troyes, “Tristán e Isolda”, de Gottfried von Strassburg, el “Roman de la Rose”, de Guillaume de Lorris, y “Vita nuova” y la “Divina Comedia”, de Dante, responden a esos modelos.
 
La llegada del Renacimiento produjo en Italia relevantes obras eróticas. Bocaccio publica su “Decamerón” en 1353. Narra las hazañas de frailes seduciendo a monjas en los conventos. El libro fue prohibido en muchos países, incluso con sentencias judiciales en Estados Unidos e Inglaterra cinco siglos después. Morloni reflejó las costumbres sexuales de Nápoles en “Novellae” (1520) y Pietro Aretino escribió sus “Sonetos lujuriosos”. Aretino, llamado “el Divino”, brilló en la Corte de varios Papas y fue retratado por Tiziano hacia 1545; su retrato se conserva en el Palacio Pitti de Florencia. Los poemas de Aretino incluidos en “I Modi”, de 1524, con 16 ilustraciones de posturas sexuales del pintor Raimondi, enojaron al Papa Clemente VII que encarceló al pintor y destruyó todos los ejemplares de la obra.
 
En la España de la  Baja Edad Media se publica “El libro de Buen Amor”, de Juan Ruíz, Arcipreste de Hita, y ya en el Siglo de Oro, “La Celestina”, de Fernando de Rojas, y “La lozana andaluza” de Francisco Delicado, supusieron aldabonazos contra un puritanismo hipócrita, como algunos versos de Quevedo, de  Villamediana y de Góngora.
 
Durante el siglo XVI, en Francia, los poetas de La Pléyade escribieron poesía libertina. En sus “Sonnets pour Hélène”, de 1578, Ronsard aborda el amor prohibido de un hombre de avanzada edad por una joven.
 
En el siglo XVII apareció la célebre obra anónima “L'Ecole des Filles”, de 1655, considerado entre los primeros textos de la pornografía en Francia. Es un diálogo entre dos mujeres, una joven de 16 años y su prima de más edad, que la inicia explícitamente sobre el sexo.
 
También en Francia, Pierre de Brantôme presenta en “Vida de las mujeres galantes”, de 1665,  descripciones explicitas de las partes íntimas, y se refiere a la promiscuidad, el lesbianismo, el cunnilingus y las prácticas sadomasoquistas.
 
En Inglaterra, el dramaturgo John Ford trata explícitamente del incesto en  “Lástima que sea una puta", de 1633, y a la homosexualidad se dedica “Sodom o la quintaesencia del libertinaje”, de 1670, escrita por John Wilmot Rochester, obra prohibida por obscena y quemada públicamente. 
 
Inmediatamente antes y durante la Revolución Francesa, la pornografía y el erotismo se utilizaron como arma política: María Antonieta era a menudo objeto de historias que incluían orgías, lesbianismo y dudas sobre la paternidad de sus hijos. Entonces se imprimieron las obras del Marqués de Sade, abiertamente libertino, padre del sadismo en literatura, lo que le valió ser encarcelado en La Bastilla. Allí escribió su obra más célebre “Los 120 días de Sodoma” que, junto a “Justine”, ha sido permanentemente reeditada.  
 
En la Inglaterra de 1748 había aparecido la obra que años después se titularía “Fanny Hill”, de  John Cleland, en la que se presenta por primera vez a una mujer, la protagonista, disfrutando y  deleitándose con actos sexuales sin atender a la moralidad de la época. Cleland fue encarcelado pero su obra es clásica, aunque prohibida en Estados Unidos hasta 1964 y en Inglaterra hasta 1970.

En el siglo XVIII pasó por este mundo el caballero veneciano Giacomo Casanova, aventurero y espía, cuyo apellido se utiliza desde entonces como arquetipo del seductor. Escribió "Histoire de ma vie", que se conoce como "Memorias de Casanova". Tuvo relaciones sexuales con 132  mujeres, lo que reflejó en su autobiografía con elegancia y buen estilo literario. Las primeras ediciones, ya póstumas, de sus "Memorias", de 1826 a 1838, fueron censuradas por los propios editores. La versión completa se publicó a partir de 1960, y en español en 2009.

En esa época llegan a la literatura numerosas desviaciones sexuales. Nicolás Edme Restif de la Bretonne, por ejemplo, retrata el fetichismo acerca de los pies o los zapatos. 

En Inglaterra durante la época victoriana, burlando las costumbres y la estricta moralina,  se imprimieron obras eróticas basadas a menudo en la relación entre maestra y sirviente, como en “Venus maestra de escuela o los juegos de la flagelación”, de 1840, escrita por George Cannon.

El austríaco Leopold von Sacher-Masoch consiguió provocar un escándalo sin precedentes con “La venus de las pieles”, de 1870, nacimiento del masoquismo, llamado así en su memoria.

El amante de Lady Chatterley, de 1928, novela del británico David Herbert Lawrence, narra la pasión de una aristócrata casada y un trabajador de su finca y rompe las barreras del sexo entre clases sociales distintas, tan de su época. Causó escándalo y fue prohibida. Publicada en Florencia no se editó en Inglaterra hasta 1960 debido a sus descripciones sexuales explícitas.

Otro autor prohibido años más tarde es Henry Miller, con “Trópico de Cáncer”, de 1934, y “Trópico de Capricornio”, de 1938. Miller eleva la pornografía casi a una nueva religión. En la misma línea Georges Bataille, con “La historia del ojo”, de  1928, publicada con pseudónimo, explora el sexo en grupo, el erotismo de los fluidos o la unión entre religión y sexo. 

Anaïs Nin, con sus “Diarios”, “Delta de Venus” y “Pájaros de fuego”, es la primera gran autora femenina de literatura erótica. Incluye el incesto, el voyerismo y el lesbianismo. Ella misma, según sus “Diarios”, mantuvo relaciones sexuales con su padre cuando reapareció en su vida después de veinte años del abandono de su familia.

Vladimir Nabokov, autor de “Lolita”, de 1955, refleja la relación entre una menor de edad y un hombre maduro. El término “lolita” se liga desde entonces a la pedofilia. En España, el éxito de “Las edades de Lulú” (1989), de Almudena Grandes, y como éxito mundial la trilogía "Cincuenta sombras de Grey" (2011), escrita por E.L. James, marcan los finales del siglo XX y los principios del XXI.

Sobre D. H. Lawrence y “El amante de Lady Chatterley”, Anaïs Nin, sus “Diarios”, “Delta de Venus” y “Pájaros de fuego”, y E.L. James y “Cincuenta sombras de Grey” trataré con cierto detalle en la segunda parte de este texto dedicado a los libros y Eros.